** DISCIMINACIÓN SOCIO-ECONÓMICA **

En todas las comunidades humanas, presentes y pasadas y de las que tenemos conocimiento, han existido desigualdades sociales. La desigualdad, por tanto, es una característica universal de las sociedades humanas. No podemos decir que las desigualdades sean naturales, pues no es natural ni al hombre ni a la sociedad; tampoco se han dado siempre y ni en todo lugar con las mismas pautas, ni con la misma intensidad o crudeza; y depende de la organización de cada sociedad que las desigualdades sean mas o menos extremas y afecten a unos u otros grupos humanos.

Cuando hablamos de desigualdad nos referimos a que no todos los miembros de una sociedad reciben el mismo tipo y la misma cantidad de recompensas socialmente valoradas por las tareas que realizan o por la posición que ocupan; pudiendo ser estas recompensas tanto materiales como de reconocimiento.

La exclusión social, no sólo se refiere al escaso alcance de los recursos económicos, sino también, la barrera de acceso a condiciones de ciudadanía.

Los gobiernos, muchas veces, no sólo fomentan la discriminación de índole social, llevando a la exclusión, no protegiendo a sus ciudadanos; sino que institucionalizan la discriminación al consagrarla por ley; un ejemplo de ello es permitir ciertos beneficios o accesos para algunos y no para otros en la posibilidad de adquirir un crédito, vivienda, u otros. En estos casos, la ley trata a las personas de modo diferente en virtud de su clase social.

También en algunas sociedades se marca explícitamente diversos grupos sociales incomunicables y condenados o beneficiados, según cual, a sufrir o disfrutar del nivel social que le ha tocado vivir; un claro ejemplo que se ha dado en la historia y sigue hoy en algunas comunidades, las castas.

Por todo esto, es necesario una justicia social, que hace una pública e incondicional apuesta por los más desplazados socialmente, por los últimos. Está basada en la igualdad y hermandad de los hombres y en la universalidad de sus derechos esenciales. Apunta a la consecución del bien común, que no proviene de los dictados de ningún Estado sino que se expresa en la posibilidad de que el otro exista y tenga cabida en el mundo de los vivos.

Jorge

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